El filtro de carbón activado tiene una estructura porosa y una gran área superficial. Este material adsorbe eficazmente compuestos orgánicos, cloro, sedimentos, y otros contaminantes presentes en el agua.

El carbón activado actúa reteniendo impurezas químicas y mejorando el sabor y olor del agua.

Este dispositivo reduce la dureza del agua eliminando los iones de calcio y magnesio, los principales causantes de la formación de incrustaciones. Consiste en un intercambio iónico, donde los iones de calcio y magnesio son reemplazados por iones de sodio o potasio. Esto previene la acumulación de depósitos minerales en tuberías y electrodomésticos, y evita problemas como el sabor metálico o amargo en el agua.

La ósmosis inversa es un proceso de filtración de agua que utiliza presión para forzar el paso del agua a través de una membrana semipermeable. Esta membrana permite que solo las moléculas de agua atraviesen, mientras bloquea contaminantes como metales pesados, plomo, cloro, virus, bacterias y algunas sales minerales. El proceso mueve el agua desde una solución con menor concentración de solutos hacia una de mayor concentración, separando el agua pura de las impurezas.

En esta etapa del tratamiento, aunque el agua ya es apta para beber, se requiere desinfección adicional para evitar contaminaciones bacterianas posteriores a la ósmosis inversa. El ozono residual es útil para desinfectar garrafones reciclables que puedan tener contaminación bacteriana después del lavado.

En la última etapa de esterilización, antes del embotellado, se emplea una lámpara de luz ultravioleta (UV) como una segunda barrera de protección. El agua pasa por una cámara equipada con una fuente de luz UV, cuya longitud de onda es adecuada para evitar la reproducción y proliferación de bacterias o virus presentes.